lunes, 5 de mayo de 2025

Las aldeas de Muro (Crónica senderista)

 Esta actividad senderista fue también un viaje al pasado de nuestros pueblos, un homenaje a sus habitantes y a Rafael Bardají, que recogió sus vivencias (realizado de la mano de Begoña, Marta, Eva, Íñigo,..)

 


Seis horas de caballería es una medida del tiempo. En seis horas de tren de alta velocidad podemos llegar de Barcelona a París; o en seis horas de avión, al otro lado del océano. Hace 100 años, seis horas en caballería es lo que le costó a Capitulina Costa llegar desde Hospitaled de Bárcabo, su pueblo natal cerca de Arcusa, a casa O Ferrero, en A Plana, una de las 14 aldeas que formaban entonces el municipio de Muro de Roda, la fortaleza del siglo XI, ayuntamiento, escuela y cementerio, vigilante sobre La Fueva, donde este 3 de mayo de 2025 nos reunimos 38 caminantes del Club de Montaña Nabaín y del Club Atlético Sobrarbe, para recorrer una ruta senderista por la vertiente de Muro hacia el Cinca y el pantano de Mediano, esa parte de La Fueva más desconocida, entre el río La Nata y el Usía, a la que nos llevó el libro La vida en Muro de Roda. Retrato de las aldeas de Sobrarbe que fueron absorbidas por la civilización, del escritor y periodista ribagorzano y sobrarbense Rafael Bardají, a quien quisimos rendir homenaje.

La subida a Muro de Roda desde Tierrantona es muy cómoda ahora que la carretera está asfaltada. Comenzamos la ruta a las 8’30 de la mañana en la ermita de San Bartolomé, a unos 400 metros antes de llegar al recinto fortificado y donde tenemos un aparcamiento para los coches. Esta ermita, cuya construcción data de mediados del siglo XI, fue reformada en el XVI añadiéndole un pequeño claustro, y acogió en un edificio adosado, hasta mediados del siglo XX, el ayuntamiento, la escuela y la casa del maestro.

Desde allí seguimos las indicaciones y la senda marcada, y bajamos hacia La Corona, por el GR19; dejamos el desvío de Griébal a la derecha. Al llegar, vemos que las barzas y los artos ya casi no dejan ver lo que fue A Corona: una aldea con cuatro casas, Cozme, Oncins, Fumanal y Poblet, y según datos recogidos en el libro de Rafael Bardají, tenía 23 habitantes en el año 1945. Aunque no está muy lejos de Charo, a La Corona y a ninguna de las aldeas que hoy vamos a recorrer, nunca llegó la luz que producía desde 1922 la Sociedad Hidroeléctrica de La Fueva en la central adosada al molino harinero de Charo, ni tampoco la red que a partir de 1963 suministraba desde Graus a Aínsa.

Continuamos el camino señalizado hacia A Lecina. Con 26 habitantes en 1945, la última casa se cerró en los años 70 del pasado siglo. También aquí la ruina y el espolio es general en estas casas, cuyos nombres eran Alueza, Miguel, Carrera, Hoz, Layo y Paco, pero aun así podemos ver todavía bodegas con los aros de los toneles, patios, el horno, la masadería, cuadras, pasos abovedados, una capilla que debió pertenecer a alguna casa. Su forma de vida era la misma desde hacía siglos, sin agua corriente, ni electricidad, ni carretera, la casa producía lo que consumía: cereal, viñas, oliveras, almendreras, frutales, huerto, miel, caza, gallinas, conejos, ovejas y cabras, alguna vaca…Una economía autosuficiente, de trueque, con muy poco dinero en metálico, en un lugar muy inhóspito; la tierra cultivada había que pelearla con el monte y hacer fajetas aterrazadas, en un trabajo titánico y sin fin.


Salimos de A Lecina en dirección a casa Montero, por un camino entre paredes de piedra seca y enseguida encontramos un pozo, que hoy tiene abundante agua. Casa Montero es modesta, de planta más moderna, cuadrada, se encuentra en una amplia era y con un horno de pan junto a la casa. A nuestro alrededor romero, tremoncillo, pinos, buxeras, freixins, litoneros, chinibros, carrascas.

Después de casa Montero, subimos en dirección a Ministirio, primero por la pista que llega hasta Arasanz y que dejamos a nuestra derecha y después por camino desde el que ya vemos el tozal de Palo y los castillos de Samitier. También invadidas ahora por la maleza, aún podemos apreciar los restos de las cuatro casas: Cardiel, Vispe, Gabal y Arcas; 33 personas vivían en 1945. Durante
un tiempo, pusieron en marcha un negocio con el carbón vegetal producido con los caixigos, con los que en casi todos los pueblos de Muro se hacían carboneras que servían para el consumo de casa, pero también como trueque o venta.

La Guerra Civil no castigó directamente estas aldeas, demasiado aisladas y con muy poco valor estratégico (justo lo que sí apreciaron los maquis en los años 40). Pero desde los años 50 se iban cerrando casas, la vida allí se hacía muy difícil, sin escuela, sin médico, sin casi nada; los últimos en salir fueron de Lecina y de Ministirio. Unos emigraron a Francia; otros, a Monzón, Tierrantona…

Nosotros retomamos el camino de vuelta a Muro de Roda, ascendemos por el que lo unía con Ministirio pasando por la ermita de san Cristóbal. A nuestra izquierda, desde lo alto, el pantano de Mediano; al fondo, Coscojuela de Sobrarbe, Prampalacios y más allá Santa María de Buil. Al frente Muro, Cotiella, la Peña Montañesa, Monte Perdido. A la derecha, La Fueva llana, Troncedo, la
serreta Campanué, el Turbón.

En 1963 Muro de Roda se fusionó con Morillo Monclús y formaron el ayuntamiento de La Fueva, con capital en Tierrantona. Actualmente son 25 núcleos habitados –unos 600 habitantes- en 230 km cuadrados que, como dice su alcalde Jesús Solano, van desde Cotiella hasta Torreciudad. De aquellas catorce aldeas que rememora Rafael Bardají en su libro, hoy sólo hemos podido visitar unas pocas, hemos recorrido 12 km en unas cinco horas, unos 500 metros de desnivel, para acabar como al autor del libro le hubiera gustado: primero, en la visita guiada a Muro por nuestra compañera del CAS Eva García y luego en la fiesta “La Fueva viva”, el festival que reivindica una forma de vida para nuestros pueblos alejada de macro proyectos de placas solares y baterías de litio.

A Capitulina Costa de Hospitaled de Bárcabo, que se fue a casar a casa Ferrero de La Plana, y a todos los que vivieron tan sacrificadamente alrededor de Muro de Roda seguramente les habría hecho gozo ir a bailar como hemos hecho nosotros hoy allí, la mejor manera de acabar esta caminata por placer.

Begoña Campo

 

































Las fotos son de Juan Carlos Somolinos, Maite Izquierdo, Susana Bellosa, Javier Barco, Óscar Gimeno...y de

Manuel Hernández: https://photos.app.goo.gl/qVoG3nPDVcDowUdz5

 Juan Félx Andrés https://photos.app.goo.gl/nJez566TPcYCj6hb9

 

 


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