*Sábado y domingo 14-15 de julio de 2023*
50 montañeros de todas las edades participaron en esta salida
Cientos de puntos luminosos pueblan durante la noche una de las comarcas más despobladas de Aragón. La luna nueva los hace más brillante. Y nos deja entrever, en ese “mapa” en relieve que tenemos a nuestros pies, la infinidad de enclaves donde se fueron instalando los habitantes de Sobrarbe para poder vivir en un territorio agreste que les exigía aprovechar cada rincón, distribuidos en pequeños núcleos. Estamos a 1800 metros, en la cumbre de Nabaín, adivinando el nombre de cada pueblo de cuya supervivencia a pesar de los pesares dan testimonio esas luces.
Hemos subido, a la luz de las luciérnagas, por dos rutas diferentes -desde Ascaso y desde Jánovas- una veintena de montañeros y montañeras para celebrar el día del Club de Montaña Nabaín. Por la mañana subirán, en distintos grupos, treintaitantos compañeros con el mismo objetivo. Aquí les esperamos.
La noche es suave. Y oscura. Y las luces del valle parecen fundirse, en un único firmamento, con las de las estrellas y constelaciones que tenemos sobre nuestras cabezas. Entre unos y otras vamos desgranando las que reconocemos. La Osa Mayor (“el Carro”), la Menor, la Estrella Polar, Casiopea, Hércules, Dragón, Cisne,...Venus. Es un lujo cenar aquí. También lo es charlar, reírse, recordar historias de la vida pasada en estas sierras y compartir toda esta paz que deja la oscuridad.
Amortiguadas por la distancia, las notas musicales que alcanzan la montaña desde el castillo de Aínsa no conseguirán romperla. Metidos en nuestros sacos, en la “plana de O Lavallo”, un poco más abajo de la cumbre, trataremos de descifrar, sin mucha fortuna, a qué temas de Santiago Auserón se corresponden. Hasta que el sueño las difumine.
La noche se acorta a la intemperie. La claridad anuncia, muy pronto, un precioso amanecer que no queremos perdernos. Las nubes se van disipando mientras el sol se asoma sobre la cumbre de Lardana/Posets y va perfilando las siluetas de los Eristes, Bachimala, Cotiella, Punta Suelza, Turbón, Montinier o la Peña Montañesa; para ir vistiendo de color, después, las Sucas, Treserols, Modarruego, Tendeñera, Telera, Collarada, Canciás o Guara y todos y cada uno de los valles que tenemos ahí abajo.
Hacemos café y con su aroma volvemos a la cumbre. La ladera, ahora por la mañana, está completamente teñida de amarillo por las flores de los erizones. Y descubrimos en una inmensa panorámica todo lo que ocultaban las sombras en la noche. Entre parapetos de la guerra, las ruinas de la ermita, pozos de nieve, antiguos campos de patatas (¡aquí arriba!), pastos que se resisten a los “brinzones” y fuentes que retan a la sequía pasaremos el rato hasta que lleguen nuestro compañeros.
Compartimos las tortas que suben de Boltaña y que nos recuerdan que en estas fechas se reunían aquí en romería las gentes de la Solana, Vallivió, la ribera de Jánovas o los pueblos enriscados de Ascaso y Moriello. Y que esta jornada que venimos recuperando desde el año 2000 nos permite, como entonces, encontrarnos con viejos y nuevos amigos.
Entre estos últimos están Elena, Rubén o Cristián, algunos de los niños que han hecho este año su primer Nabaín, subiendo en alguno de los distintos grupos que van llegando y marchando de la cumbre.Un aplauso suena para ellos. Y varios “vivas”. Al Club de Montaña, a la amistad, a las cumbres y a estas tierras de las que tanto disfrutamos.
Bajamos por distintas rutas. Hacia Ascaso, hacia Moriello, hacia Yeba, Puyuelo y Lavelilla. Y entre todos disfrutamos de la amplia diversidad que ofrece esta montaña: bojes, carrascas, tejos, pinos, hayas, “carpins”, servales blancos,...suaves laderas, fajas colgadas y acantilados vertiginosos. La comida comunitaria en Boltaña cerrará -no sin música y baile- esta jornada.
Juan Rodríguez Bielsa
FOTOS CLUB NABAÍN