lunes, 19 de junio de 2023

TEMPORAL BAJO LAS CUMBRES DE BACHIMAÑA

 

*Sábado y domingo 17 y 18 de junio de 2023*


Club de Montaña Nabaín y Club Atlético Sobrarbe


A veces los caminos se convierten en barrancos (bajo las cumbres de Bachimaña)

 

Integrantes de los clubes Nabaín y CAS, disfrutaron de un espectáculo imprevisto de potentes cascadas y barrancos de montaña

El sábado, sorteados los cierres de tráfico de la Quebrantahuesos, nos reuníamos en los Baños de Panticosa un grupo de integrantes del Club de Montaña Nabaín y del Club Atlético Sobrarbe. Chubasqueros, piolets, crampones y todo lo necesario para pasar dos días en la montaña ocupaban las mochilas, que se ultimaban delante del refugio de la Casa de Piedra. Diecisiete personas participaríamos en esta actividad, en la que pretendíamos transitar entre los macizos de los Infiernos y Balaitús hasta Sallent, y que tuvimos que ir adaptando a las exigencias de la montaña.

La semana había sido movida en lo que se refiere a la previsión meteorológica, con constantes y acusados cambios, que parecían asentarse en los últimos días: habría periodos de tregua en la inestabilidad durante el fin de semana. Subimos animados por el bonito camino junto al río Caldarés, trufado de cascadas, barrancos laterales, paredes rocosas y una vegetación que nos habla de primavera. ¡Qué poco imaginábamos lo diferente que veríamos este tramo, unas horas después!

La lluvia nos respetó hasta llegar al refugio de los ibones de Bachimaña, que esa noche iba a estar lleno y, felizmente, de nuevo -a diferencia de décadas pasadas- lleno de gente joven que está aprendiendo a amar la montaña. Un chaparrón y las nubes que se avecinan nos hace ser cautos en la actividad de la tarde. Después de comer nos dirigimos al poco frecuentado ibón de Cuanga (2.300 m), todavía rodeado de neveros en estas fechas. Después de admirar este rincón remontamos la ladera hasta alcanzar, 150 metros por encima de sus orillas, uno de los costados del ibón alto de Bachimaña, que a nuestros pies nos ofrece una gran panorámica. Le circundan cumbres que rondan o superan los tres mil metros: la gran y la pequeña Facha; las cumbres de Pezico y punta Zarre; el pico de Piedrafita y los Infiernos; los Arnales y, algo más al sur el macizo del Argualas. En frente el puerto de Marcadau y los picos de la Guega con Francia. El refugio será, una vez más, en lo que queda de tarde, lugar de bromas, risas y convivencia.  

Por la noche ha estado lloviendo. Desayunamos con el susurro del agua en el exterior. Pero la previsión sigue habilitando la parte central del día para hacer actividad. A partir de las 6, decía ayer. Desde las 8, dice ahora. Esperaremos un poco. Las mochilas están ya preparadas y protegidas para cualquier chaparrón que nos pueda sorprender. Nos ponemos los chubasqueros. Pero todavía llueve. Las páginas sitúan el final del aguacero a las 9. Llueve a las 9. Los “modelos” deben de estar algo desorientados sobre lo que ocurre en este rincón del Pirineo. Cada poco rato van retrasando el final de la tormenta, una hora tras otra. Parece que está menos oscuro. Decidimos probar suerte y nos dirigimos a los ibones Azules. Llueve suave, el cielo parece aclararse. Hasta que al girar hacia el oeste, por encima del ibón alto de Bachimaña, el temporal arrecia. Las nubes, “agarradas” entre los Infiernos y el pico de Tebarray, descargan con fuerza en este valle que se estrecha. Incluso cae algo de granizo. Lo hemos intentado. Volvemos.

Ya no cesará de llover. La ventana anunciada no se llegará abrir (y Panticosa saldrá en el “telediario” por la cantidad de agua caída). No nos extrañan las noticias de que nuestros compañeros barranquistas del Club de Montaña Nabaín hayan suspendido la salida a la Foz de la Canal, en Laspuña. 

Pasado el refugio la pendiente se incrementa y el sendero se convierte en río. Las cascadas van apareciendo a nuestro lado con un potente caudal y una imagen muy diferente a la de la jornada anterior. “¿Esas estaban ayer?” La montaña se ha convertido en un espectáculo. De él disfrutaremos. Pero también nos exigirá un punto de precaución y de cuidado. En algunos puntos hay que salirse del camino. Incluso destrepar por alguno de sus laterales. Otras veces no queda más remedio que caminar por este nuevo cauce. Al rato ya no importa mojarse. Bajo la lluvia incesante no podemos dejar de admirar la fuerza de la naturaleza; el agua, las cascadas, las laderas entre la bruma.

En el balneario, la calidez del refugio de la Casa de Piedra, y la de nuestros compañeros nos devolverán el calor, “evaporarán” la mojadura y nos permitirán darnos cuenta de que, a pesar de no hacer lo que queríamos, hemos disfrutado mucho de esta naturaleza que, si la respetas, siempre te da.

Juan Rodríguez Bielsa

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