Casi cuarenta integrantes del Club de Montaña Nabaín nos reunimos el pasado domingo para conocer senderos y pueblos de la Boletania y el valle del Ara guiados por Teresa Palacio, atleta siete veces campeona de España, que nació en Aguilar, una de estas pequeñas localidades.
Antes de que saliera el sol, para conjurar la ola de calor, ya estábamos en Campodarbe, visitando en silencio sus calles que estaban a punto de despertar. Las casas, bellamente rehabilitadas, están en estas fechas llenas de visitantes y antiguos vecinos que vienen a disfrutar de Sobrarbe desde este pequeño pueblo, asentado sobre la sierra de La Cuasta a más de mil metros.
Hace fresco todavía a esta hora, mientras el sol asoma tímidamente por la Peña Montañesa. Iniciamos la ruta por el camino que unía Campodarbe con Aguilar. La senda que pisaban cada día los niños y niñas de Aguilar para ir a la escuela se difumina ahora en muchos puntos por su poco uso. A pesar de ello la recorremos sin vacilaciones hasta descender al barranco de La Ferrera. Todavía el sol no nos ha alcanzado y no necesitamos refrescarnos en él. Remontamos la ladera contraria para dirigirnos a Aguilar, mientras nos imaginamos a las mujeres de esta pequeña localidad bajando con la canasta de la ropa a lavar al cauce; o a hombres y mujeres subiendo con la azada y la cesta con productos del huerto.
Aguilar de Sobrarbe (porque hay otro en Ribagorza) es una pequeña localidad del municipio de Boltaña, situada en un collado que une la ribera del Ara, en la zona de Jánovas, con los accesos desde Sobrarbe hacia la Guarguera. En ese núcleo, que componen dos casas y una pequeña iglesia románica, nació Teresa Palacio, pionera de la marcha atlética femenina en los 80 y siete veces campeona de España de esta disciplina -que sigue siendo una de las fortalezas del deporte nacional-.
Teresa nos guiará en la visita, explicando su infancia en este lugar, y la vida que aquí se desarrollaba. Carlos, uno de los habitantes actuales, nos ilustrará sobre las dificultades -y algunas ventajas- que plantea residir ahora en un lugar como este: y también de los logros que se han ido dando durante sus 40 años de estancia aquí; que tienen en el arreglo de la carretera -antes pista- uno de sus hitos más recientes.
Parece que Aguilar surgió al pie de una torre defensiva medieval, cuyas piedras probablemente fueron reutilizadas en sus casas y construcciones. Aguilar se sitúa en el punto más débil de la montaña, que permite pasar del alto valle del Ara y de la ribera de Fiscal hacia el sur, evitando el congosto de Jánovas. Ese estratégico lugar pudo justificar su construcción. Hoy siguen pasando por esta amplia divisoria de cauces los rebaños trashumantes; e incluso algunos historiadores hablan de un ramal de peregrinaje para Santiago, que entrando por el Ara pasaría (¿evitando cruzar el Sobrepuerto, Canciás y la sierra del Gabardón?) por el que denomina Hospital de Siest (¿podría ser el cercano Mesón de Fuebla? ¿hay otro Sieste en la zona?) para dirigirse luego a Gillué y después a Jaca.
Con estas y otras dudas, hipótesis y aprendizajes en la cabeza nos dirigimos a Jánovas. El recorrido por la cara Oeste de la sierra Ferrera, o de Silves, nos permitirá, como habíamos previsto, librarnos del sol en el descenso. El bosque y las ardillas nos acompañan hasta que ya se ven los campos en torno al barranco de las Viñas. Y luego las casas de Jánovas. Allí podremos tomarnos algo fresco en la casa común del pueblo; y escuchar de primera mano, a través de Jesús Garcés, las vivencias de este pueblo desalojado para inundarlo, la soledad de la última familia que resistió en él, los engaños y acosos; y la consecución del fin del proyecto del pantano y la reversión actual, en la que los vecinos tratan de curar la cicatriz que durante más de medio siglo este pantano inconcluso ha dejado en Sobrarbe. Un baño en el Ara será el broche para una estupenda jornada de senderismo y aprendizajes.
Juan Rodríguez Bielsa
Las fotografías son de Manuel Hernández, Petri del Moral, Esther Núñez, Oscar, Juan,...
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