Ese día salió radiante y limpio y permitió a unos compañeros visitar pueblos tan bonitos como Besalú, Castellfollit de la Roca, Sant Joan Les Fonts, Vic o Camprodon y a otros acercarse en Olot al Lluèrnia, el festival del fuego y de la luz, que llenaba de instalaciones artísticas y otras luminosas creaciones las calles de la ciudad.
Nos temíamos que al día siguiente el panorama meteorológico sería muy diferente. Y apostamos el éxito del viaje a cambiar el orden previsto de las salidas; buscar una opción más corta y sin cumbres altas para un sábado que podía ser lluvioso, y esperar que las vistas desde estas últimas -hacia el Pirineo Oriental y la costa mediterránea- las pudiésemos disfrutar el domingo.
Veintisiete montañeros y montañeras partíamos ese día, bajo un cielo nublado, desde Can Xel camino del Volcán del Croscat. Su ladera, tallada por una cantera, y recuperada con mimo posteriormente nos permite observar la gama de ocres de los estratos formados en mil erupciones. Girando hacia el Sur, y caminando entre carrascales, robledales, masías y verdes campos de labor nos dirigimos al Volcán de Santa Margarida. Ascendemos una de sus caras y nos adentramos en su cráter. En él el bosque que cubre sus laderas da paso a una llanura de tierra negra, en cuyo centro se sitúa la ermita que le da nombre. De origen románico, destruida en el terremoto de Olot de 1427, y reconstruida a principios del siglo XX, su objetivo, dicen, era clausurar con ese lugar sagrado la puerta del infierno, para que no se abriese en otra erupción. Seguiremos nuestra circular hacia la iglesia -también de origen románico, aunque muy transformada- de Sant Miquel Sacot. La preciosa Fageda (hayedo) d'en Jordà, que se extiende muchas hectáreas sobre un terreno ondulado, pero casi llano, será un gran broche final para esta ruta, variada y preciosa. Además, pese a lo previsto, no ha llovido. Hemos recorrido 14 km y subido unos 560 m de desnivel.
La jornada la completaremos, primero visitando Santa Pau, pueblo de sabor medieval donde incluso podremos visitar su castillo, comprado esta misma semana por los vecinos, con la intención de rehabilitarlo y convertirlo en un museo o un lugar de memoria dedicado al exilio de la posguerra y al holocausto. Y, después, con una ruta exprés por Olot, tras las luces y colores de Lluèrnia, añadiendo un buen puñado de kilómetros a la jornada.
La salida del domingo, se correspondía en parte a la organizada para el sábado. Dicho cambio, fue un acierto, ya que, amaneció un día espectacular, pudiendo observar la nevada reciente en las cimas del Pirineo Oriental. Iniciamos la ascensión al pico Puigsalcam, desde el Coll de Bracons. Nada más empezar tuvimos una pequeña trepada, hasta alcanzar el sendero que, durante un buen tramo del recorrido, discurre por un bonito hayedo. Pasando por la Font Tornadissa llegamos a la Collada de Sant Bartomeu. Desde allí las vistas ya eran magníficas: cumbres nevadas en el Pirineo, la zona volcánica de la Garrotxa, Pedraforca, Canigó, y pueblos como Vidra. En algo más de media hora, tranquilamente, llegamos por sendero bien marcado al Puigsacalm, de 1.514 m de altitud, mejorando la vista, sobre todo en dirección a Olot. El Cadí, el Puigmal, Nuria, Vallter… aparecen blancos en el horizonte.
Una parte del grupo continuaría hasta el Puig dels Llops, de 1.486 m de altitud, que es una inmejorable atalaya de la población de Olot. Fueron 10,31 km, y 552 m de desnivel positivo, incluyendo la cima de Puig dels Llops. Sobre las 13 horas, ya en los coches, iniciamos la vuelta a casa, cada coche con su plan y ritmo.
Ha sido un fin de semana extraordinario, en el que agradecemos la labor del equipo organizador y a resaltamos la gran labor de Mónica, Chicu, Carmina y Pat, que nos han guiado por rincones preciosos. Además hemos disfrutado mucho de la gastronomía de la zona.
Juan Félix Andrés y Juan Rodríguez Bielsa (Club de Montaña Nabaín)
Gracias, Mónica!


















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