Navarri a Tierrantona han protagonizado esta ruta que las gentes del Club de Montaña Nabaín hemos compartido con el Centro Excursionista de Ribagorza y el Club Atlético Sobrarbe
El Club de Montaña Nabaín, el Centro Excursionista de Ribagorza y el Club Atlético Sobrarbe unieron este fin de semana las localidades de Navarri y Tierrantona enlazando los caminos que históricamente han servido de conexión entre el valle del Ésera y el de La Fueva, y por extensión, entre Ribagorza y Sobrarbe. Cuarenta personas participaron en esta actividad con la que se recuperaban las tradicionales travesías anuales entre las dos comarcas, paralizadas tras la pandemia.
Sendas y pistas de los actuales municipios de La Fueva y Foradada, territorios que han tenido siempre una estrecha vinculación, articularon esta ruta que pasa de una cuenca hidrográfica a otra por la collada Fornosa, situada al Norte de las cumbres de Campanué.
Sobrarbeses y ribagorzanos nos encontramos, en una fría mañana, en la plaza de Navarri. Allí, antes de partir, pudimos conocer la iglesia de esta localidad -que fue restaurada a vecinal por sus habitantes- guiados por Ramón y Miguel, de Casa Blan, que hicieron de anfitriones. Ellos ya nos pusieron en antecedentes sobre los estrechos vínculos que se han trabado a lo largo del tiempo gracias a los caminos que vamos a recorrer.
Atravesamos el barranco de Foradada y nos encaminamos, entre campos de cultivo, para emprender las duras rampas con que arranca la ruta. Ya nos habían advertido en La Fueva: ahí resbalaban las caballerías por las fuertes pendientes que adquieren los estratos rocosos levantados sobre los que se asienta el camino. Las vistas hacia Morillo de Liena, Las Colladas y Navarri son preciosas. Giramos hacia el Sur para ir remontando fajas, entre ‘caixigos’ y pinos, e ir descubriendo nuevos ‘vallones’ que vierten hacia el Este. El Turbón, Aguascaldas, el Zerbín, el Baziero,...se nos muestran al norte. La Peña Balanza -sobre Rolespé-, las laderas de Campanué o el estrechamiento de las Mosqueras, en el Ésera, aparecen al Sur.
En torno a los mil metros de altura se alzan, aprovechando una escueta llanura, los restos de un corral y algunos campos. Seguimos subiendo suavemente hasta llegar a la ermita del Santo Cristo, que, recientemente arreglada por los albañiles de Las Colladas, luce nuevo tejado. Es y ha sido este modesto edificio y su entorno lugar de encuentro ente los dos valles. Simbólicamente situado en el límite municipal y comarcal, en él se han celebrado cientos de romerías. Es y ha sido también, como luego sabremos por las historias narradas por compañeras de la zona, lugar de refugio para los caminantes en muy diversas circunstancias.
Tras almorzar, compartiendo viandas, bota de vino y café, como si fuese otra romería ribagorzano-sobrarbesa, continuamos ahora por pista, por los bosques de las “Neveras” de la cara norte de Campanué. Dejamos a la izquierda el desvío a Rolespé -enclave sobrarbés en la vertiente del Ésera-, y llegamos a la collada Fornosa, donde dejaremos a la derecha el camino a Lascorz -enclave ribagorzano en La Fueva-. ¡Estas comarcas están tan vinculadas que se “enreligan” sobre el terreno hasta ser imposible diferenciarlas!
Seguimos, ahora en un suave descenso que nos acompañará hasta el final de la ruta, mientras se nos abre el horizonte: Peña Montañesa, Sestrales, Treserols, Tendeñera, Telera, Nabaín, Canciás, Guara, el Tozal de Palo y la Fueva entera. Llegamos al refugio de Fuendevino donde, aunque no conseguimos echar un trago de ese preciado líquido, pudimos conocer, a través de las historias de compañeras de Las Colladas o de Bacamorta, la mucha vida que alimentaron estas sendas: desde las moliendas clandestinas de la posguerra en Solipueyo, al paso de los reclutas de la zona asignados hasta mediados los años 40 a la mina fake (por estar agotada) de Pallaruelo, al trasiego para ganarse un jornales plantando pinos en uno u otro valle, o a las idas y venidas para fiestas y cortejos (reales o pretendidos).
Entre pinos nos vamos aproximando a los suaves perfiles de la zona central de La Fueva. Bonitas vistas de Rañín, campos verdes, mil aldeas; La Corona que se asoma hacia el norte; Lumo de Rañín que aparece un poco más tarde, Solipueyo y los restos del molino; ...y el Cotiella, precioso, nevado, que se hace dueño y señor de la escena, nos van acompañando hasta llegar a las inmediaciones de Tierrantona. Como empezamos,acabamos: atravesando un río, en ese caso la Usía, y descubriendo calles y rincones en la capital de la Fueva, hasta llegar al bar donde comentar la jornada, estrechar lazos y pergeñar nuevos proyectos. Han sido 13 km, unos 500 metros de desnivel, y unas estupendas charlas a caballo de dos comarcas.
Juan Rodríguez Bielsa (Club de Montaña Nabaín)





















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