El Geoparque de la Costa Vasta, entre Deba y Zumaia, y el Parque Natural de Pagoeta han sido los escenarios de un estupendo fin de semana senderista por Guipuzkoa
No
nos vamos a engañar, la previsión meteorológica pronosticaba mucha
lluvia para este primer fin de semana de octubre. A pesar de ello, 42 mendizales (montañeros) del Club de Montaña Nabaín y el Club
Atlético Sobrarbe nos reunimos el pasado viernes en Zumaia
(Gipuzkoa) para disfrutar de un fin de semana que combinaba montaña,
paisaje, geología y gastronomía. El objetivo del sábado era
recorrer el flysch desde la localidad de Deba hasta Zumaia, y el del
domingo consistía en subir al monte Pagoeta desde Aia y visitar el
hermoso parque natural en el que está enclavado.
El
sábado hubo que despertar bien pronto, la primera marea baja era a
las 9 y había que aprovecharla para pasar con seguridad la rasa
mareal de Sakoneta. Con la primera luz del día acometemos las
primeras y duras rampas desde la plaza de los Fueros de Deba hacia la
ermita de San Roke, que nos hicieron entrar en calor rápidamente. En
la ermita de Santa Catalina hacemos una primera parada y la foto de
grupo de rigor. En este punto disfrutamos de un cielo azul que nos
hace dudar de la exactitud de las previsiones ¿y si este fin de
semana se han equivocado?

En la ermita de Santa Catalina
Desde
Santa Catalina avanzamos siguiendo el GR121, bajamos hacia la
depuradora de Deba y otra vez hacia arriba, en un sube y baja
constante que nos acompañará todo el recorrido. Tras flanquear un
pequeño collado en la loma de Arranomendi, una nueva bajada nos
deposita en el antiguo trazado de la vía de los Ferrocarriles de Vía
Estrecha (FEVE) que unía Donostia con Bilbao, donde sobrevive alguna
infraestructura (un par de túneles) que va siendo fagocitada por la
naturaleza circundante. Ya estamos en la línea de costa, y los
miradores sobre el mar se suceden. Al dar vista a la punta de
Mendita, nuestros guías geólogos (Kike y Roi) nos muestran la falla
de Andutz, importante accidente geológico que separa el flysch negro
occidental (estratos paralelos a la costa) del flysch oriental, donde
los estratos van perpendiculares a la costa. Pasamos un pequeño
puente y vemos a la izquierda por debajo del puente la senda que
conduce a los ojos de Aitzuri, otra formación geológica
impresionante. Si embargo, dejaremos su visita para la próxima
ocasión pues la marea apremia. Tras pasar el mirador de
Mendatagaina, y recibir allí nuevas explicaciones sobre turbiditas,
margas y areniscas, bajamos a la playa de Sakoneta, uno de los platos
fuertes del día. Aprovechando la cuerda instalada a tal efecto, nos
descolgamos todos con más o menos estilo hasta pisar la rasa mareal
en Sakoneta. El margen con el que hemos llegado aquí nos permite
visitar este fabuloso espacio con tranquilidad, y tardamos más de
una hora en recorrer el escaso kilómetro que hay desde la cuerda
hasta la salida en Itsaspe. Hay que decir que, además de la
innegable belleza del lugar, lo resbaladizo del terreno y lo afilado
de las rocas en caso de caída, contribuyen igualmente a andar con
cautela y no despistarse ni un momento. El día sigue azul y ya
aprieta el calor: ¡esta vez no han acertado con el tiempo!

Tras
una nueva sesión geológica ilustrando los fósiles de la zona y el
preceptivo almuerzo, arrancamos hacia arriba, pasamos por el caserío
San Martín y llegamos a Elorriaga, donde recargamos agua. Un breve
trayecto de bosque nos lleva hasta el mirador de Baratzazarrak, donde
ya la marea ha tapado toda la rasa mareal, y en pocos minutos más a
la zona de pic-nic de Elorriaga, con su famosa food-truck. Apenas han
transcurrido 30 minutos desde que recargamos agua en el diseminado de
Elorriaga, y nadie sabe muy bien cómo ha sido, pero estamos
envueltos en una señora galerna del Cantábrico. Unas fuertes rachas
de viento y chaparrones intensos nos disuaden de hacer una parada
larga. ¡Pues no se han equivocado, no! Llueve con ganas y pinta feo
para el resto del día.

Así
que un bocado breve y seguimos viaje hasta el caserío Agirre. Justo
antes de este precioso caserón el GR121 hace un giro a la izquierda,
que seguimos en dirección hacia las últimas paradas del día: la
cala de Algorri y la playa de Itzurun. En la bajada hacia Algorri
deja de llover, y parecía que la lluvia nos iba a dar una tregua,
pero no: un poco antes de llegar al mirador del Algorri, donde nos
esperaba el límite K/T, el chaparrón hizo acto de presencia, y con
ganas. Pero ya poco importaba, pues, atentos a las explicaciones de
nuestros geólogos de lujo (gracias Roi y Kike!), aprendimos que esa
fina línea negra que se marcaba claramente en la pared tenía una
concentración en iridio mucho mayor a la esperable en cualquier
punto de la corteza terrestre y tenía que ser, por tanto, de origen
extraterrestre. El origen de este iridio es un meteorito, un hecho ya
universalmente aceptado, cuyo impacto con la tierra acabó con los
dinosaurios y con el 75% de las especies de aquel momento. La lluvia
nos empuja ahora hacia arriba, hacia la cresta que lleva a San Telmo
(¡esos 8 apellidos vascos!), cresta que se encuentra plagada de
agujeros con unas curiosas marcas en sus costados: los testigos de
piedra allí recogidos se han empleado para analizar los minerales
magnéticos de su interior y demostrar que los polos magnéticos
norte y sur de la Tierra han ido alternando a lo largo de la historia
geológica (lo de perder el Norte igual en otro momento era perder el
Sur...). En la ermita de San Telmo damos por concluida la jornada,
dejaremos Itzurun y el baño en la playa para mejor ocasión. Sin
duda ha sido un día rico en emociones, paisajes, bellezas naturales
y divulgación científica.

Antes
de despedirnos nos emplazamos para el día siguiente, domingo, en el
aparcamiento de Aia, con la intención de subir al monte Pagoeta y
visitar el parque natural. Este entorno fue enclave importante ya en
la prehistoria por sus numerosos asentamientos, y posteriormente por
las numerosas ferrerías que aquí se ubicaron.
El
domingo parecía que se abría nuevamente una pequeña ventana de
buen tiempo. Arrancamos de Aia siguiendo el GR35 que conecta Zarauz
con Lizarrusti disfrutando de sol y buen tiempo ... que duraron una
escasa media hora antes de que nuestros amigos los chubascos nos
visitaran y se quedaran con nosotros a pasar el día: ¡esto es el
norte! Además, los caminos que ayer estaban secos y agarraban bien,
tras la lluvia de la noche estaban especialmente deslizantes. Todo
ello hizo que al llegar al poste indicador donde el GR35 se separa
del PR-Gi4002 (1.5 km desde Aia) la mitad del grupo decidiera darse
la vuelta y volver a Aia a por un caldo caliente, mientras que la
otra mitad seguía hacia arriba por el PR buscando la protección del
bosque. En esta zona de especial protección, hasta la cruz, Pagoeta
hace honor a su nombre y permite visitar un frondoso y extenso hayedo
magníficamente preservado. Al salir del hayedo la niebla se hace
nuestra compañera y nos tiene un rato dando alguna vuelta hasta que
alcanzamos la cruz, mojados pero satisfechos.

La
vuelta la hicimos por la misma pista de subida, pues las vistas eran
nulas y el frío empezaba a aparecer como consecuencia del viento y
la mojadura que llevábamos. Sin más incidencias, tras 1 hora de
descenso tranquilo, volvemos al parking de Aia de donde salimos y
donde aprovechamos a ponernos ropa seca. En total hemos andado 2,5 h,
y hemos hecho un desnivel de unos 450 metros.

El
fin de fiesta tuvo lugar en Lekunberri, en la Kotxera, ya conocida
por casi todos, donde comimos de escñandalo, se hizo repaso de todas
las vivencias del fin de semana, se repartieron regalos (gracias,
gracias!!) y se empezaron a perfilar nuevas salidas (como
siempre...). En resumen, un fin de semana lleno de bonitas vivencias
y de aprendizajes varios, de los que crean afición para salir al
monte, aunque el tiempo se ponga algo pesado. La verdad es que ha
sido un placer compartirlo con todos vosotros: laster arte!
Esteban Urriolabeitia (Club de Montaña Nabaín)
[Fotos: Manuel Hernández y Javier Barco]
50 millones de años de historia geológica
La costa de Gipuzkoa nos brindó un paraje excepcional para disfrutar de la naturaleza, descubriendo algunos de los tesoros geológicos que allí esconde. Entre las localidades costeras de Deba y Zumaia se esconden más de 50 millones de años historia geológica, distribuida en unos acantilados de belleza singular, como los de la rasa mareal de Sakoneta. Este tramo de la costa muestra una serie estratigráfica muy continua, donde podemos observar la transición entre el Cretácico inferior y el superior, en rocas que se formaron en el fondo oceánico. En estas rocas podemos estudiar los cambios que ocurrieron a nivel local, como la apertura del golfo de Bizkaia, y también el inicio de la compresión pirenaica. La joya de la corona, sin embargo, la encontramos ya en Zumaia, en las proximidades de la ermita de San Telmo. Un instante geológico que, sin embargo, quedó registrado en una capa arcillosa de apenas 5 cm de grosor, y que cambió el mundo. Este afloramiento de Zumaia permitió, junto con otros, estudiar el impacto del meteorito que acabó los ecosistemas del Mesozoico, y con ellos sus representantes más carismáticos, los dinosaurios. Si la climatología lo hubiera permitido, también hubiésemos podido observar en Itzurun los comienzos de ese nuevo tiempo, el Cenozoico, que también esconde historias sorprendentes.
Roi Silva (geólogo, Club de Montaña Nabaín)
Más fotos
Fotos de diversos integrantes del grupo de caminantes: Susana, Petri, Sandra, Óscar, Ester, Juan...
Manolo
https://photos.app.goo.gl/y66BFcf8tsNHa9XC9
https://photos.app.goo.gl/fPify6KHV7qumRju7
https://photos.app.goo.gl/UzF7GWkmHsHmqh679
Juan Félix
https://photos.app.goo.gl/pAP3R76Eo7Jdt2LQA
Una llamada de atención
La acumulación de plásticos, devueltos por el mar, en algunos rincones de una zona tan bonita y con tantos valores, supone una llamada más de atención sobre el uso y la gestión que hacemos los humanos de estos materiales, y sobre nuestros impactos en el medio.

