Esta actividad senderista fue también un viaje al pasado de nuestros pueblos, un homenaje a sus habitantes y a Rafael Bardají, que recogió sus vivencias (realizado de la mano de Begoña, Marta, Eva, Íñigo,..)

Seis horas de caballería es una medida del tiempo. En seis
horas de tren de alta velocidad podemos llegar de Barcelona a París;
o en seis horas de avión, al otro lado del océano. Hace 100 años,
seis horas en caballería es lo que le costó a Capitulina Costa
llegar desde Hospitaled de Bárcabo, su pueblo natal cerca de Arcusa,
a casa O Ferrero, en A Plana, una de las 14 aldeas que
formaban entonces el municipio de Muro de Roda, la fortaleza del
siglo XI, ayuntamiento, escuela y cementerio, vigilante sobre La
Fueva, donde este 3 de mayo de 2025 nos reunimos 38 caminantes del
Club de Montaña Nabaín y del Club Atlético Sobrarbe, para recorrer
una ruta senderista por la vertiente de Muro hacia el Cinca y el
pantano de Mediano, esa parte de La Fueva más desconocida,
entre el río La Nata y el Usía, a la que nos llevó el libro La
vida en Muro de Roda. Retrato de las aldeas de Sobrarbe
que fueron absorbidas por la civilización, del escritor y
periodista ribagorzano y sobrarbense Rafael Bardají, a quien
quisimos rendir homenaje.
La subida a Muro
de Roda desde Tierrantona es muy cómoda ahora que la carretera
está asfaltada. Comenzamos la ruta a las 8’30 de la mañana en la
ermita de San Bartolomé, a unos 400 metros antes de llegar al
recinto fortificado y donde tenemos un aparcamiento para los coches.
Esta ermita, cuya construcción data de mediados del siglo XI, fue
reformada en el XVI añadiéndole un pequeño claustro, y acogió en
un edificio adosado, hasta mediados del siglo XX, el ayuntamiento, la
escuela y la casa del maestro.
Desde allí seguimos las
indicaciones y la senda marcada, y bajamos hacia La
Corona, por el GR19; dejamos el desvío de Griébal a
la derecha. Al llegar, vemos que las barzas y los artos
ya casi no dejan ver lo que fue A Corona: una aldea con
cuatro casas, Cozme, Oncins, Fumanal y Poblet, y según datos
recogidos en el libro de Rafael Bardají, tenía 23 habitantes en el
año 1945. Aunque no está muy lejos de Charo, a La Corona y a
ninguna de las aldeas que hoy vamos a recorrer, nunca llegó la luz
que producía desde 1922 la Sociedad Hidroeléctrica de La Fueva en
la central adosada al molino harinero de Charo, ni tampoco la red que
a partir de 1963 suministraba desde Graus a Aínsa.
Continuamos el
camino señalizado hacia A Lecina. Con 26 habitantes en
1945, la última casa se cerró en los años 70 del pasado siglo.
También aquí la ruina y el espolio es general en estas casas, cuyos
nombres eran Alueza, Miguel, Carrera, Hoz, Layo y Paco, pero aun así
podemos ver todavía bodegas con los aros de los toneles, patios, el
horno, la masadería, cuadras, pasos abovedados, una capilla que
debió pertenecer a alguna casa. Su forma de vida era la misma desde
hacía siglos, sin agua corriente, ni electricidad, ni carretera, la
casa producía lo que consumía: cereal, viñas, oliveras,
almendreras, frutales, huerto, miel, caza, gallinas, conejos, ovejas
y cabras, alguna vaca…Una economía autosuficiente, de trueque, con
muy poco dinero en metálico, en un lugar muy inhóspito; la tierra
cultivada había que pelearla con el monte y hacer fajetas
aterrazadas, en un trabajo titánico y sin fin.
Salimos de A
Lecina en dirección a casa Montero, por un camino
entre paredes de piedra seca y enseguida encontramos un pozo, que hoy
tiene abundante agua. Casa Montero es modesta, de planta más
moderna, cuadrada, se encuentra en una amplia era y con un horno de
pan junto a la casa. A nuestro alrededor romero, tremoncillo, pinos,
buxeras, freixins, litoneros, chinibros, carrascas.
Después de casa
Montero, subimos en dirección a Ministirio, primero por la
pista que llega hasta Arasanz y que dejamos a nuestra derecha y
después por camino desde el que ya vemos el tozal de Palo y los
castillos de Samitier. También invadidas ahora por la maleza, aún
podemos apreciar los restos de las cuatro casas: Cardiel, Vispe,
Gabal y Arcas; 33 personas vivían en 1945. Durante
un tiempo,
pusieron en marcha un negocio con el carbón vegetal producido con
los caixigos, con los que en casi todos los pueblos de Muro se
hacían carboneras que servían para el consumo de casa, pero también
como trueque o venta.
La Guerra Civil no
castigó directamente estas aldeas, demasiado aisladas y con muy poco
valor estratégico (justo lo que sí apreciaron los maquis en los
años 40). Pero desde los años 50 se iban cerrando casas, la
vida allí se hacía muy difícil, sin escuela, sin médico, sin casi
nada; los últimos en salir fueron de Lecina y de Ministirio. Unos
emigraron a Francia; otros, a Monzón, Tierrantona…
Nosotros retomamos
el camino de vuelta a Muro de Roda, ascendemos por el que lo unía
con Ministirio pasando por la ermita de san Cristóbal. A nuestra
izquierda, desde lo alto, el pantano de Mediano; al fondo, Coscojuela
de Sobrarbe, Prampalacios y más allá Santa María de Buil. Al
frente Muro, Cotiella, la Peña Montañesa, Monte Perdido. A la
derecha, La Fueva llana, Troncedo, la
serreta
Campanué, el Turbón.
En 1963 Muro de
Roda se fusionó con Morillo Monclús y formaron el ayuntamiento
de La Fueva, con capital en Tierrantona. Actualmente son 25 núcleos
habitados –unos 600 habitantes- en 230 km cuadrados que, como dice
su alcalde Jesús Solano, van desde Cotiella hasta Torreciudad. De
aquellas catorce aldeas que rememora Rafael Bardají en su libro, hoy
sólo hemos podido visitar unas pocas, hemos recorrido 12 km en unas
cinco horas, unos 500 metros de desnivel, para acabar como al autor
del libro le hubiera gustado: primero, en la visita guiada a Muro por
nuestra compañera del CAS Eva García y luego en la fiesta “La
Fueva viva”, el festival que reivindica una forma de vida para
nuestros pueblos alejada de macro proyectos de placas solares y
baterías de litio.
A Capitulina Costa
de Hospitaled de Bárcabo, que se fue a casar a casa Ferrero de La
Plana, y a todos los que vivieron tan sacrificadamente alrededor de
Muro de Roda seguramente les habría hecho gozo ir a bailar como
hemos hecho nosotros hoy allí, la mejor manera de acabar esta
caminata por placer.
Begoña Campo


Las fotos son de Juan Carlos Somolinos, Maite Izquierdo, Susana Bellosa, Javier Barco, Óscar Gimeno...y de
Manuel Hernández: https://photos.app.goo.gl/qVoG3nPDVcDowUdz5
Juan Félx Andrés https://photos.app.goo.gl/nJez566TPcYCj6hb9